¿Los líderes nacen o se hacen? Ese debate jamás se resolverá aunque una cosa sí es cierta: muchas de las competencias que conforman un buen liderazgo deben aprenderse a lo largo del camino.
En muchas ocasiones la figura del líder es observada de manera distorsionada. Sólo somos capaces de ver a esa persona obsesionada por la consecución de objetivos, estresada y carente de empatía y escucha. Nada más lejos de la realidad … desgraciadamente no valoramos adecuadamente su contribución a la organización y olvidamos en ocasiones que pueden sentirse realmente solas. ¿Quiere saber algo? Los líderes son humanos y a veces se equivocan. Y cuando esto sucede, es nuestra obligación ayudarlos, porque, después de todo, el liderazgo es una calle de doble sentido.
En este post quiero compartir algunas pautas que pueden ayudar a nuestros líderes en esos momentos que detectamos que van en la dirección equivocada:
Contrarrestar la negatividad
Cuando tu jefe proyecte negatividad, compórtate con positividad. Sea para él ejemplo del líder que necesita ver. La negatividad limita el desempeño de cualquier directivo. Una gran parte del trabajo de un líder, recae sobre el estado emocional que él proyecta. Éste afecta a su equipo y a toda la organización. Es muy estresante ser constantemente bombardeado por la negatividad del responsable del departamento. Mantener una actitud positiva te ayudará a mostrar tanto a tu jefe como al resto de compañeros el camino. Sé el cambio que quieres ver en tu departamento.
Contrarrestar la tolerancia a la frustración
Cuando su líder se vuelva fatalista, recuérdale que un error no es final. El fracaso forma parte del éxito. En situaciones donde los resultados no hayan sido los esperados, puede ser bueno recordar a tu líder las palabras de Winston Churchill: «El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el valor para continuar». Incluso los grandes líderes necesitan de vez en cuando el estímulo y el aliento de su equipo. Un mensaje correcto en el momento adecuado puede ser crítico para ayudar a tu líder a volver a tener la mentalidad que necesita.
Contrarrestar la falta de respeto y empatía
Cuando tu líder, a causa del estrés, se vuelva irascible y muestre falta de respeto, ayúdale a entender que ese no es el camino. Sé asertivo. La falta de respeto nunca debe ser tolerada y hay que poner límites informando del efecto negativo que tiene sobre ti o sobre todo el equipo. Cuando eso suceda, es importante hacer todo lo posible para desactivarlo. Lo que hoy aceptes, especialmente cuando la conducta es del jefe, se convierte en la norma mañana. Si aún así, el comportamiento no cambia, acepta que no siempre puede sforzar a un líder a que lo respete, pero puedes negarte a tolerar su falta de respeto y asegurarte de que tu propio comportamiento sea impecable.
Contrarrestar la falta de responsabilidad
Cuando tu líder no asuma sus tareas, recuérdale que para pedir responsabilidad primero debe de honrarla él. Cuando un líder sobrecargado pierde responsabilidad, a menudo provoca un efecto dominó contagiando a todo el departamento. Apoya a tu líder y hazle ver que un gran poder requiere una gran responsabilidad.
Quizás estés pensando que todo esto es fácil de decir y muy difícil de ejecutar. Te doy toda la razón, aunque en ocasiones, las consecuencias de no hacer nada son mucho peores que coger el toro por los cuernos y aceptar nuestra parte del juego. Es una tarea que requiere un alto grado de coraje, empatía, asertividad y tacto. Pero a menos que tu líder sea especialmente malvado, y eso es raro, él es humano, al igual que tú. Él seguro que a veces necesitan recordatorios, estímulos y muestras de aliento. Seguro que en esas épocas de un ánimo bajo y soledad te lo agradecerá.