En estos últimos años como formador en habilidades directivas, he llegado a esta conclusión: no se puede enseñar a alguien que no quiere aprender o crecer. Sin ese deseo, no sirve de nada asesorar o entrenar a cualquier tipo de persona, simplemente no funciona. La verdad, nunca he sido partidario de obligar a las personas a que hagan algo que no quieren hacer.
En muchas ocasiones me he encontrado personas que solo quieren seguir haciendo lo mismo una y otra vez, sin generar ningún tipo cambio. Tienden a creer que si las cosas no se rompen, no es necesario arreglarlas. Y esto puede tener sentido a corto plazo pero tiene una contrapartida a largo plazo muy negativa: se pierden muchas oportunidades para mejorar los procedimientos e innovar.
Esto es aplicable a los líderes que dirigen nuestras compañías que a veces se niegan a aprender y crecer. El principal alimento de estas conductas son sus pensamientos negativos y creencias limitantes. En este post quiero compartir las cuatro mentalidades más comunes que hacen crecer ese tipo de comportamiento. Tal vez, algunos de ellos te suenen y te resulten familiares. Si es así, tomate un tiempo para reflexionar sobre si realmente es así como quieres desarrollar tu liderazgo.
Los líderes saben lo que saben. Muchos líderes creen que ya saben todo lo que necesitan saber, y no sienten la necesidad de seguir creciendo y aprendiendo. Este tipo de pensamiento en liderazgo es más común de lo que piensas. El problema, por supuesto, es que da como resultado un circulo vicioso que limita diferentes formas de pensar y relacionarse con los colaboradores.
Un líder debe hacer el esfuerzo de cuestionarse constantemente a sí mismo y estar dispuesto a sentirse incómodo para mantener una mente abierta. Los mejores líderes entienden que nunca sabrán lo suficiente.
Los líderes saben lo que no saben. Algunos líderes en realidad se enorgullecen de las cosas que no saben. Les gusta dirigir las cosas de la forma que más les convenga, incluso si es completamente contraproducente. Esta forma de pensar a veces resulta arrogante. A menudo es una cuestión de orgullo. Los líderes que más tienen que aprender, a menudo son demasiado orgullosos para reconocer sus carencias. Se necesita valor para admitir que no sabe todo lo que necesita saber, pero ese es el primer paso para aprender.
No saben lo que saben. Un líder que no está cuestionando no está aprendiendo. Los líderes más inteligentes son estudiantes perpetuos: tienen la mentalidad de aprender algo nuevo todo el tiempo. Pero muchas veces no pensamos que necesitamos saber nada nuevo simplemente porque no ejercemos suficiente curiosidad para descubrir las brechas en lo que ya sabemos. Se necesita un líder seguro para salir y buscar esas brechas para que se puedan completar.
No conocen lo desconocido. Un líder que no sabe enfrentarse a lo desconocido siempre mantendrá cierto grado de ignorancia. La incertidumbre puede tener tanto poder y valor como el mismo conocimiento. Desarrollar esa percepción significa que se debe estar dispuesto a abordar las preguntas abiertas, a reconocer que algunas cosas no se pueden saber y tomar consciencia que se debe abrir un lado diferente de ti mismo.
Desarrollo y crecimiento deben ser sinónimo de quién eres tú como líder, estos aspectos no deben de ser tratados como algo esporádico, para ser verdaderamente tu mejor, necesitas adoptarlos como hábitos diarios.
Los mejores líderes insisten en encontrar nuevas formas de aprender y crecer, porque comprenden que su crecimiento determina quiénes son y, en última instancia, el éxito de su liderazgo y de sus compañías.